Quién hubiera creído que se hallaba
sola en el aire, oculta,
tu mirada.
Quién hubiera creído
esa terrible ocasión de nacer puesta al alcance
de mi suerte y mis ojos, y que tú y yo iríamos,
despojados de todo bien, de todo mal, de todo,
a arrojarnos en el mismo silencio,
a inclinarnos sobre la misma fuente
para vernos y vernos
mutuamente espiados en el fondo,
temblando desde el agua, descubriendo,
pretendiendo alcanzar
quién eras tu detrás de esa cortina,
quién era yo detrás de mi.
Y todavía no hemos visto nada.
Espero que alguien venga, inexorable,
siempre temo y espero,
y acabe por nombrarnos en un signo,
por situarnos en alguna estación
por dejarnos allí,
como dos gritos de asombro.
Pero nunca será.
Tú no eres ésa,
yo no soy ése, ésos,
los que fuimos antes de ser nosotros.
Estracto . Benedetti. Asunción de ti.
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